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En la serie escultórica Amuletos, Alberto Couratier nos presenta variaciones fuertemente irreverentes y lúdicas de un ícono cultural del altiplano andino, el Ekeko, una deidad ancestral incaica, venerada desde siglos antes de la Conquista, y que hasta el día de hoy recibe culto en diversas regiones de Latinoamérica. Símbolo de la abundancia, la fecundidad y la alegría, es representado como un hombre de corta estatura, sonriente, ligeramente grueso, con gran cantidad de bultos de alimentos y otros bienes de primera necesidad que cuelgan de sus ropas, y el faltante de una sandalia en uno de sus pies.

 

Couratier se vincula con el  personaje y lo transforma, desplegando una estrategia de doble subversión : por un lado, propone la desacralización del ícono a partir de un exacerbamiento del carácter híbrido y popular de la representación ; por el otro, apuntala un descalce del campo exclusivo del artesanato para derivar hacia el territorio abierto del arte. Esta doble operatoria, construida a partir del pastiche y una estética infantil, permite explorar imágenes extrañas, disociadas de la representación  tradicional, para reinstalar un cuestionamiento acerca de las distintas miradas y formas de manipulación que definen un formato fijo de representación.

 

El Ekeko es una manifestación cultural prehispánica históricamente víctimizada y vulnerada no sólo desde lo ideológico, sino también desde la propia dimensión representacional. En sus inicios, el personaje tenía rasgos indígenas y no llevaba ningún tipo de vestimenta ; su desnudez era signo de sus poderes de fertilidad. Durante la colonización, los españoles intentaron erradicar su devoción, sin lograrlo. El mayor violentamiento se concretó sobre su imagen, mediante un proceso de « purificación », que consistió en cubrir la desnudez del personaje y atenuar o apagar sus rasgos indígenas, tornándolo más mestizo.

 

De algún modo, Couratier redobla este violentamiento transformando al ícono en una suerte de juguete, producto hiper-híbrido en el que se mixturan objetos obtenidos del comercio ambulante, marcas de retail y hasta referencias a obras de arte contemporáneas. La serie constituye un ejercicio lúdico y caprichoso de desnaturalización del ícono, lo que, a nivel de las dinámicas de la representación, deviene en dispositivo crítico apuntado a las hegemonías del poder cultural que se orientan a la apropiación y manipulación de iconografías consideradas subalternas.

 

Silvio De Gracia

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